8.1 REENCARNACIÓN
La reencarnación era una idea común en los tiempos de Jesús. En las Escrituras Sagradas, el punto donde el Maestro se refiere a ella de una forma clara e inequívoca es el pasaje en el que Él, después de descender del Monte Tabor, donde mantuviera contacto con sus amigos espirituales, afirma de manera incuestionable que Juan Bautista fue la reencarnación del antiguo profeta Elías.
Los Espíritus fueron creados simples e ignorantes. Inicialmente no poseen el conocimiento del bien y del mal. Son dotados del germen de la inteligencia y con el tiempo, adquieren conciencia de sí mismos. Todo Espíritu está destinado a la perfección y como no puede alcanzarla en una sola vida, Dios le concede otras existencias, para que pueda crecer en inteligencia y moralidad. El renacimiento sucesivo del Espíritu en la dimensión material es llamado reencarnación.
La evolución del Espíritu se da progresivamente, pues ella está íntimamente ligada a la experiencia. A través de las luchas expiatorias y de pruebas, el Espíritu camina buscando la iluminación y la perfección. Al iniciar su jornada reencarnación en los primeros niveles evolutivos, el Espíritu sufre todo tipo de influencias, buenas y malas. No todos los Espíritus pasan por el camino del mal, pero sí obligatoriamente por el de la ignorancia.
El Creador concede al Espíritu la libertad de ceder o resistir a las influencias. Se trata del "libre albedrío". Esta libertad de actuar, se desenvuelve en la medida en que él adquiere conciencia de sí mismo.
"Si el hombre hubiese sido creado perfecto se inclinaría fatalmente hacia el bien; mas, en virtud de su libre albedrío, no es conducido premeditadamente ni hacia el bien ni hacia el mal. Dios quiso que estuviese sujeto a la ley del progreso y que fuese el resultado de su propio trabajo, para que sea suyo el mérito del bien realizado y la responsabilidad del mal cometido por su propia voluntad" (allan Kardec. EL GÉNESIS. Cáp III item 9).
Una reencarnación puede ser libre, obligada o misionera, dependiendo de la evolución y de la necesidad del Espíritu. Cada existencia en la materia significa un paso en la búsqueda del perfeccionamiento moral e intelectual. El Espíritu puede, por mala voluntad o prejuicio, mantenerse estacionado, mas nunca retroceder a estados inferiores al que se encuentra. Todo lo que él adquiere en una reencarnación hace parte de su patrimonio espiritual y el podrá usarlo en otras experiencia, para su crecimiento. El número de reencarnaciones necesarias para el esclarecimiento definitivo del Espíritu varía entre ellos. Los que estuvieren llenos de buena voluntad, tienden a alcanzar la perfección más rápido. Los que se dejan ilusionar en el camino, pierden tiempo y se demoran más para alcanzar el grado de Espíritus Puros. Todo funciona más o menos como en una escuela. Aquellos que no han adquirido los conocimientos necesarios no podrán ascender a las clases más adelantadas.
Es durante sus reencarnaciones que el Espíritu tiene oportunidades para reparar errores y sufrir experiencias liberadoras. El mundo material es, por tanto, una importante escuela de aprendizaje. En las futuras reencarnaciones se recogen los frutos que se plantaron en la presente existencia. Todos los Espíritus sufren las vicisitudes de la existencia corpórea; unos para expiar sus errores; otros, más evolucionados, para probar virtudes o cumplir misiones.
El progreso continuado e incesante es condición inherente al principio espiritual, el principio inteligente del Universo; bajo esa condición, él debe utilizar, a medida que evoluciona, cuerpos físicos.
Cada vez más perfeccionados y aptos, lo que determina la evolución de las especies, dentro de las coordenadas básicas del transformismo.
Se comprende de ésta manera, que la evolución no podría transcurrir en el limitado espacio de tiempo de una o algunas vidas humanas, por más largas que fuesen, de ahí, las repetidas oportunidades reencarnatorias, que permiten al Espíritu, millares y millares de experiencias en el cuerpo físico. Esas vivencias van ampliando cada vez más, su caudal de conocimientos, en cuanto el Espíritu realiza también, la reforma íntima, la iluminación interior, rescatando por el dolor o por el bien, que haga, desinteresadamente, los errores del pasado.
La doctrina de las vidas múltiples explica la justicia de la Evolución; a la luz de la Palingenesia comprendemos el mecanismo sabio de la Vida, entendemos el Mundo de bellezas y miserias en que vivimos.
Como los fenómenos mediúmnicos, también la reencarnación está en la tradición religiosa de los pueblos más antiguos, cabiéndole al Espiritismo, darle el realce que los conocimientos científicos de la época le permiten.
Sólo por la reencarnación podemos comprender el Mundo en que vivimos, todo cuanto en él ocurre y constituye, muchas veces, enigmas insolubles para los que la desconocen o no la aceptan. La Reencarnación explica y justifica:
1.- La evolución biológica y espiritual del Hombre, a través del progreso incesante de las formas físicas, orgánicas y del principio espiritual, que las orienta y que se individualiza en la criatura humana;
2.- La Sabiduría divina, hecha de Justicia y Bondad, cuyas leyes castiga las faltas, pero permiten al criminal la propia recuperación, posibilidad que nunca le es negada, pues Dios le coloca la misericordia sobre todos los procesos de la justicia", como dice Emmanuel;
3.- El mecanismo, del cual resultan las condiciones de vivencia terrena, siempre íntimamente relacionada con el pasado, sea en las experiencias de la carne, sea en los periodos de vida puramente espiritual, en los cuales ponemos a funcionar nuestro libre albedrío, con las consecuencias determinadas por el uso correcto o incorrecto que de él hacemos, generándose, en ésta última hipótesis, pesadas deudas por rescatar.
Es así como el espíritu comprende la causa de la desigualdad social, representada por los ricos y por los pobres, por los poderosos y por los humildes, por los enfermos y por los sanos, por los idiotas y por los genios, por los felices y por los infelices; de las simpatías y antipatías espontáneas entre las personas, de los conflictos y confrontaciones entre los miembros de una misma familia, viviendo en un hogar común, de la actuación de personajes históricos, de misioneros, etc.
La reencarnación que no rompe con los lazos de familia, por el contrario, los fortalece, nos hace comprender que si sus miembros muchas veces se muestran antipáticos entre sí y aún son hostiles es porque son antiguos desafectos, que en otras vidas, en la Tierra, se ofendieron mutuamente y son, ahora, reunidos en el hogar terreno para " servir de pruebas para unos y de medio de progreso para otros" (Allan Kardec, EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO, Cáp. IV), debiendo armonizar sus sentimientos, olvidando, sirviendo y perdonando.
La doctrina de la reencarnación aclara sobre problemas que, de otra manera, jamás entenderíamos, para los cuales nunca habría soluciones lógicas: los de las pruebas colectivas, en que decenas, centenas o millares de personas, de edades y nacionalidades diferentes, buenas o malas, cultas e incultas, perecen por la vía de la muerte violenta, debida a una causa común: fuego, ahogamiento, desastres, terremotos.
La pena de muerte que tanto ha preocupado a los sociólogos, a los criminalistas, a los hombres de Estado, jamás sería tenida en cuenta, como medida correctiva, por ser contraria a los principios de la humanidad y, sobretodo, por su entera inutilidad, toda vez que el criminal no sería, en verdad, apartado de la Tierra, de la sociedad; en suma, el mal no sería eliminado.
La sexualidad y sus manifestaciones, naturales, sublimadas o degradadas también pasa a ser mirada bajo nuevos ángulos y puede ser analizada con profundidad, desde que aceptemos el principio de la reencarnación y sepamos que los Espíritus puedem utilizar, indiferentemente, cuerpos masculinos o femininos, conforme a las necesidades de su evolución.
Tales son, en resumen, las consecuencias de la reencarnación, "de una ley natural y general, abrazando todo lo que piensa, todo lo que vive, todo lo que es, en el decir del eminente Gustavo Geley (RESUMEN DE LA DOCTRINA ESPÍRITA).
Objeción muy común contra la reencarnación es la de que no nos recordamos de cosa alguna de las vidas pasadas, lo cual es señal para afirmar que la misma no existe. El Espiritismo nos muestra por qué es necesario ese olvido, en el cual se tiene que reconocer una vez más, prueba de la sabiduría y de la bondad de Dios.
El recuerdo de nuestras vidas pasadas y de los hechos ocurridos con nosotros en las diversas reencarnaciones, que tuvimos, sería inútil y aún perjudicial para nuestro progreso espiritual, pues mostraría ante nuestro ojos nuestros errores y crímenes del pasado, conduciendo a nuestro Espíritu a la depresión, a la melancolía, a la tristeza, a la rebeldía.
Sin la doctrina de la reencarnación la vida, con sus eventos aparentemente ilógicos, sus miserias y sus tragedias siempre mayores y constantes, limitada a pocos años de una existencia, no podría ser la obra incomparable de una inteligencia sin par, como la del Creador; sería ante todo el fruto monstruoso de una potencia infernal, que se deleita frente al dolor y el sufrimiento de criaturas inocentes, de criaturas que mal comienzan a vivir, de personas virtuosas, como criminales de los más infames.
Se niega la reencarnación, como se ha hecho en todos los tiempos, con otros hechos y verdades científicas, aunque en la Doctrina del Creacionismo, cada Espíritu se forma para cada cuerpo físico viviendo solamente una vez en la Tierra, nos lleva a considerar a Dios un verdadero monstruo, una inteligencia infernal. Siendo la reencarnación doctrina de esclarecimiento y de lógica irrecusable, la reencarnación puede ser aceptada sin duda de cualquer naturaleza, y probada, aún, por los argumentos filosóficos, por los mensajes espiritas y por las investigaciones científicas.
La investigación científica se amplía y el estudio experimental de la reencarnación que antes se hacía por el proceso de regresión de la memoria, utilizada por muchos psicólogos y ahora se valen de la llamada memoria extra-cerebral, como en el caso del Dr. Ian Stevenson, que ya catalogó millares de ejmplos, algunos de los cuales él relata en su libro 20 CASOS SUFESTIVOS DE REENCARNACIIÓN.
Los casos investigados no pueden ser, honesta y lógicamente explicados por el fraude, por la criptomnesia, por la memoria genética, por la percepción extra-cerebral, ni por la posesión, sino, solamente por la reencarnación,porque, como enseña la Doctrina Espirita, en uno de sus postulados:
"NACER, VIVIR, MORIR, RENACER Y PROGRESAR SIEMPRE, TAL ES LA LEY"
La reencarnación no es una doctrina establecida por el Espiritismo, que solamente le dio nueva coloración y proporcionó explicaciones más completas, con relación a su mecanismo; ella está en la base de muchas religiones antiguas, como el budismo, la teosofía, el rosacrucismo, etc.
La reencarnación no podía ser explicada abiertamente por Jesús, porque no era aún oportuno, en razón de la ignorancia del pueblo, pero el Maestro a ella se refiere, veladamente, en varios pasajes de los Evangelios:
Mateo 11, 15; Lucas 7, 24-30; Juan 3, 1-7. Juan 9, 1-3
Krishna, en el BHAGAVAD GITA dice:
"Así como el alma vistiendo este cuerpo pasa por los estados de infancia, juventud, virilidad y vejez, así en el tiempo oportuno, pasa de un cuerpo a otro, y, en otras encarnaciones vivirá otra vez".
En los druidas, encontramos:
"Fui víbora en el lago, cobra enfadada en la montaña; fui estrella, fui sacerdote. Desde que fui pastor, transcurrió mucho tiempo; dormí en cien mundos, me agité en cien círculos".
En Corintios I, 15-19,
"Si nuestra esperanza en Cristo, se limita solamente a esta vida, somos los mas infelices de todos los tiempos".
8.2 LA MUERTE ( DESENCARNACIÓN)
Para sufrir sus experiencias en el mundo material, el Espíritu se une a un cuerpo carnal, a través del periespíritu, que le sirve de hilo. El cuerpo funciona como un instrumento de trabajo para la criatura. Es movido por una especie de fuerza motriz, derivada del "fluido vital".
La muerte es la desorganización del cuerpo carnal. A medida que envejece, el se desgasta materialmente. Cuando ocurre la muerte física hay seguidamente el desligamiento entre el periespíritu y el cuerpo orgánico. Ese desprendimiento permite que la entidad retorne al plano espiritual, que es su verdadera patria. En el Espiritismo, a la muerte la denominamos "desencarnación".
Luego después de la muerte del cuerpo carnal, el Espíritu pasa por una etapa de confusión en su nuevo estado. Esta situación se llama "perturbación" y va cesando gradualmente, variando en términos de tiempo de acuerdo con el nivel evolutivo del Espíritu.
Poco a poco el desencarnado va tomando conciencia de su nueva condición de Espíritu libre y su mente se va adaptando a la dimensión espiritual. Ante esa mejoría empieza a comprender el estado de libertad y anhela entonces progresar. Algunos Espíritus desencarnados se quedan en estado de perturbación por mucho tiempo. La perturbación es un estado psíquico transitorio cuya duración puede estar entre algunos minutos a muchos años.
8.3 EL MUNDO DE LOS ESPÍRITUS
Después de la muerte física, las obras que realizara en el plano físico determinarán la situación de la vida que el Espíritu va a tener en el plano espiritual.
En el intervalo de su existencia corpórea el Espíritu permanece por tiempo más o menos prolongado en el mundo espiritual, donde es feliz o infeliz de acuerdo con el bien o mal que haya practicado. La vida espiritual es en verdad su verdadera vida, su estado definitivo. En ella progresa igualmente y adquiere conocimientos especiales que no podría adquirir en la Tierra. Es donde se prepara para las nuevas luchas en el campo de la materia hasta que se haya purificado y no tenga necesidad de nuevas experiencias carnales.
El Espíritu, después de desencarnado, habitará regiones espirituales con las cuales posea afinidad moral. Para facilitar el entendimiento de los que se están iniciando en el estudio de la Doctrina Espirita, hablaremos de esos lugares utilizando la forma como son concebidos por el pueblo. Pero les daremos las características difundidas, aceptadas y explicadas por el Espiritismo.
8.3.1 El Infierno
El infierno es una expresión bíblica, usada por las religiones convencionales para designar las regiones espirituales donde habitan los malos Espíritus. La imagen que de él hizo la doctrina cristiana fue originada en el paganismo, perpetuada por los escritos de los poetas griegos. No teniendo el perfecto conocimiento y entendimiento de la vida espiritual ni de la justicia de Dios, se imaginó que los hombres malos sólo podrían merecer un castigo eterno.
La Doctrina Espirita nos vino a esclarecer sobre ese importante dogma de las penas eternas, difundida por las religiones oficiales de la época. Enseña que el infierno es la morada temporal de las entidades primitivas y malignas, enemigas de los principios del Bien y reveladas contra la misericordia de Dios. En esas regiones permanecen transitoriamente las almas de los que se complacen en el asesinato, el hurto, la mentira, la lujuria y las bajas pasiones humanas.
Los Espíritus desencarnados que van para esas regiones astrales no se quedan en ellas definitivamente como en un principio se pensó. Ellos permanecen allí por periodos variables, hasta que surjan nuevas oportunidades de reencarnación. Todos los Espíritus inferiores, habitantes de las dimensiones de las tinieblas, tarde que temprano encontrarán su luz a través del esclarecimiento reencarnatorio.
O sea, el infierno, o tinieblas según la Doctrina Espirita, es un estado de conciencia, vivido por aquellos cuyos defectos y sentimientos malos predominan en sus personalidades, que se inclinan por el mal y en él se complacen. Son solamente hermanos imperfectos e ignorantes, que tienen el infierno dentro de sus propias conciencias y que a través de nuevas oportunidades dadas por el Padre Celestial, a través de sucesivas experiencias encarnatorias, también alcanzarán la perfección.
8.3.2 El Purgatorio
El purgatorio es un término usado comúnmente en el Catolicismo. Fue creado por la "necesidad" de abrigar a las almas de los que no eran muy malos para habitar el infierno, ni tan buenos para merecer el cielo. En las obras espiritas accesorias se optó convencionalmente por denominarlo bajo la expresión de "Umbral" y se dice que es la región espiritual purgatoria próxima a la Tierra. La mayoría de los recién desencarnados pasan un periodo más o menos largo en este lugar, o situación síquica, a fin dereflexionar sobre sus obras. El Umbral es una dimensión de mucho sufrimiento. Alberga gran número de entidades en condiciones de dolor y angustia. Allí se instalan las colonias socorristas, tales como "Nuestro Hogar" y otras que están en la narración de la literatura mediúmnica, para amparar a los Espíritus que son recogidos en esa situación. Allan Kardec dice que el purgatorio de los Espíritus también puede ser los mundos de expiación.
"El purgatorio no es, por tanto, una idea vaga e incierta: es una realidad material que vemos, tocamos y sufrimos. El se encuentra en los mundos de expiación y la Tierra es uno de ellos. Los hombres expían en ella su pasado y su presente en beneficio de su futuro" - (Allan Kardec - El Cielo y el Infierno, Cáp. V, ítem 4).
8.3.3 El Paraíso
Es la región espiritual donde moran los Espíritus puros y los buenos Espíritus, que ya adquirieron saber y moralidad. Esos planos son denominados popularmente de "paraísos" ó "colonias de luz".
Algunos Espíritus que habitan esas regiones están libres de encarnaciones, otros no. Los Espíritus puros pueden reencarnarse en mundos más o menos atrasados, para cumplir misiones.
Entre tanto, no son mundos de contemplación como nos acostumbraron a pensar. Al contrario, son lugares de trabajo y acción en el campo del Bien y del Saber. Es donde el Espíritu experimenta la verdadera felicidad.
"La felicidad de los Espíritus bienaventurados no está en la ociosidad contemplativa, que sería, como frecuentemente se dice, una eterna y fastidiosa inutilidad.
"... La suprema felicidad consiste en disfrutar todos los esplendores de la Creación, que ningún lenguaje humano puede describir y que la más fecunda imaginación no podrá concebir. Consiste en el conocimiento y comprensión de todas las cosas, en la ausencia de cualquier sufrimiento físico y moral, en la satisfacción íntima, en la serenidad del Espíritu que nada altera, en el amor que une a todos los seres y por tanto la ausencia de
todo el aborrecimiento proveniente de la relación con los malos, y por encima de todo la visión de Dios y en la comprensión de sus misterio revelados a los más dignos" - (Allan Kardec - El Cielo y el Infierno, Cáp.. III, ítem 12).
8.4.3 Reencarnación y Mundo Moderno
En gran parte del mundo occidental, la doctrina de la reencarnación goza aún de una aceptación masiva. Los estudiosos de la espiritualidad creemos que se debe a varias razones que propongo analizar:
• Existe un gran desconocimiento sobre el tema y lamentablemente, se combate aquello que en realidad no se logra comprender. Esta falta de entendimiento se debe, por un lado, a la difusión relativamente escasa que ha tenido la verdadera filosofía de la trasmigración de las almas y por otro, a la utilización errónea que le han dado algunos pseudo-místicos.
• A su vez, las religiones ortodoxas se han encargado de cerrar las puertas del más, allá, impidiendo su análisis y libre interpretación por parte de sus fieles. Han combatido incansablemente a la reencarnación desde épocas inmemoriales, sea a través de edictos y concilios o mediante la excomunión, la represión e incluso, la muerte.
• El temor a lo desconocido y a lo aparentemente nuevo es otra razón para el escepticismo, la inseguridad y la duda. El hombre tiene que abrir su conciencia e intentar acercarse a aquello que en primera instancia no comprende, para no frenar su propia evolución.
• El mundo moderno, luego de haber estado anclado en ciertos aspectos de la búsqueda del saber por los dogmas religiosos, tuvo una liberación mediante las ciencias. Hoy en día, se toma como real sólo aquello que puede ser comprobado científicamente. Esto significa que abandonamos un dogma espiritual para sumergirnos en otro dogma, de tipo racional. Nuestra percepción de la realidad corre de extremo en extremo, sin poder hallar el punto medio.
• Hoy en día, pese a la libertad de creencias y pensamientos, el ser humano mantiene el arquetipo del miedo junto a una negación casi instintiva de la reencarnación. Y no es lógico negar lo que no se ha comprendido: esto es necedad.
Sin embargo, hubo, hay y habrá quienes han tenido experiencias de vidas pasadas, ya sean espontáneas, en sueños o en visiones. El ejemplo másclaro es el que experimentamos cuando sentimos que ya conocemos de antemano a una persona la primera vez que la vemos. Pero el temor al hecho de ser diferentes hace que enseguida reprimamos esta experiencia para no dar muestras de un supuesto desequilibrio mental, que en realidad no existe. ¿Quién puede determinar con exactitud el límite entre la maginación y la verdad?
misdudas@estudandoespiritismo.com
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