domingo, 27 de junio de 2010

DIOS Y LA CREACIÓN

“En el principio, creó Dios los cielos y la Tierra. Y la Tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”. – (Génesis, Cáp. 1 – 1 y 2)


2.1   LA  OBRA  DE  DIOS 
 
En la época cuando la humanidad vivía en cavernas, el hombre se maravillaba ante la grandiosidad del Universo. Ernesto Renán, un historiador y filólogo francés del siglo XIX en su magnífica obra La Vida de Jesús, afirma:  “Desde que el hombre se diferenció del animal, se volvió religioso o sea, él entendió, que en la naturaleza había algo más allá de la realidad y, en sí mismo, algo que estaba más allá de la muerte”. 


Por eso el ser humano siempre buscó respuesta sobre el origen de las cosas y quiso saber al respecto de quien habría sido el Supremo Arquitecto de los cielos, de las montañas, de los mares, de la naturaleza, etc. La Doctrina Espirita, como veremos, nos ofrece respuestas seguras a estos cuestionamientos. 


2.1.1 - Qué es Dios. 


Dios es la inteligencia suprema, causa primaria de todas las cosas. Creó todo lo que existe. Es el único principio no creado. Siempre existió. 


Dios es inmutable: Si Él estuviese sujeto a los cambios, en las leyes que rigen el Universo, no tendría estabilidad. Su inmutabilidad es la base de las leyes físicas y morales. 

Dios es inmaterial: La naturaleza de Dios difiere de todo lo que llamamos materia, pues de otra forma El no sería inmutable y sus leyes estarían sujetas a las transformaciones de la materia. 

Dios es único: Si existieran muchos dioses, no habría unidad de puntos de vista, ni poder en la organización del Universo. Si existiera otro Dios, tenia que ser igualmente infinito en todas las cosas, caso contrario, ni uno ni otro tendría la autoridad. Los pueblos antiguos, por ignorancia, creían en la existencia de muchas divinidades, y las asociaban a las fuerzas de la naturaleza, a las montañas, a los mares, a los árboles, a los astros, etc. 

Dios es todo poderoso: Si no tuviese el poder soberano, habría una cosa más poderosa, tan poderosa como Él, y así no tendría la supremacía sobre la Creación, dejando de ser Dios. Aquellas obras que Él no hubiese hecho serían obligatoriamente hechas por otro dios. Por lo tanto, Dios es todo poderoso porque es único.

Dios es soberanamente justo y bueno: La sabiduría providencial de las leyes divinas se revela en las menores como en las mayores cosas que rodean al ser humano y esta sabiduría no permite que se dude de su Justicia ni de su Bondad. 

Dios es infinitamente perfecto: Concebir a Dios sin esa perfección infinita es tener que admitir que exista algo aún más perfecto. Si retirásemos la menor parcela de uno de sus atributos, ya no tendríamos Dios, pues podría existir otro ser más perfecto. “Dios es, pues la suprema y soberana inteligencia; es único, eterno, inmutable, inmaterial, omnipotente, soberanamente justo y bueno, infinito en todas sus perfecciones, y no puede dejar de ser así. Tal es el eje sobre el cual reposa todo el edificio universal; es el faro cuyos rayos se extienden sobre el universo entero, y el único que puede guiar al hombre en la búsqueda de la verdad. Siguiéndole, nunca se extraviará y si tantas se ha extraviado es por no haber seguido el camino que le estaba indicado”.

Si es posible creer en la existencia de un Ser superior que creó el mundo donde vivimos y el Universo que nos rodea, y que nos concedió la oportunidad de vida y progreso, sería lógico y racional esforzarnos en el sentido de comprenderlo. Esta es la meta del aprendizaje Espirita. 

La Religión debería configurarse en una institución de gran importancia para la humanidad, aunque, su sentido acabó por ser desvirtuado por los hombres. Su función sería la de transmitir las enseñanzas divinas a los seres humanos, liberándolos de la esclavitud de la ideas materialistas, que lo aferran a un mundo de ilusiones transitorias, sin comprender el verdadero sentido de la vida. 

No existe aún en el lenguaje humano, palabras que puedan definir la verdadera naturaleza de Dios. El Espiritismo nos permite analizar esto con mucha racionalidad, pero aún no es lo ideal. Cuando el Espíritu alcance la evolución de espíritu puro, él comprenderá al Creador más ampliamente. Esta comprensión respecto al Padre es apenas relativa a su grado de adelanto.